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MONUMENTOS RELIGIOSOS EN AZCONA

De la primitiva parroquia de San Martín, construida a comienzos del siglo XIII en estilo protogótico con influencias cistercienses, se conservan los tres tramos de la nave cubiertos por bóvedas de cañón apuntado. Del siglo XIV data el coro alto y hacia 1558 el maestro cantero Lope de Urreta añadió el amplio crucero y la cabecera poligonal con sus ricas bóvedas estrelladas. Se conserva asimismo la portada medieval de comienzos del XIII con arco apuntado de tres arquivoltas y un crismón en su clave, cobijando dicha estructura un pórtico barroco añadido en el siglo XVIII.

Preside el templo un retablo romanista que fue realizado entre 1601 y 1606 de acuerdo con la traza dada por Martín de Morgota y con la participación de su suegro el ensamblador Pedro de Gabiria. Quedan restos de la policromía original del pintor Diego Sanz de Azcona que concluyeron entre 1626 y 1649 Felipe de Landa y Diego de Arteaga, si bien disimulados bajo el repinte moderno.

A Sanz de Azcona se debe también la pintura de un San Antón expresivista del segundo tercio del siglo XVI que ejecutó en torno a 1639. Forman pareja los retablos colaterales de la virgen del Rosario y de San Antón, ambos de estilo barroco y el primero de ellos obra documentada del arquitecto Miguel Adán entre 1722 y 1738, con policromía del dorador José Francisco de Santesteban en el año 1756; el conjunto de la escultura, pero sobre todo la imagen titular de la Virgen del Rosario de calidad superior al resto, puede atribuirse al escultor estellés Francisco Barona que en el año 1751 estaba trabajando en la parroquia.

Entre las obras de orfebrería merece destacarse la cruz parroquial, de estilo plateresco propio del segundo tercio del siglo XVI con el nudo añadido de 1576 por el conocido orfebre Pedro de Soria.

En la parte alta de la población se emplaza la basílica de Nuestra Señora de Mendigaña que fue en su origen una ermita medieval demolida a comienzos del siglo XVIII por el abad Martín Yábar, previa autorización del obispo Juan Iñiguez de Arnedo. La traza, en forma de cruz griega alargada con cúpula sobre el crucero y cañón con lunetos sobre los brazos, se realizó entre el 1762 y 1769, con una severa portada de tipo conventual; el interior de las bóvedas se recubre de profusas yeserías vegetales que recuerdan el estilo de Juan Angel Nagusia y su círculo.

El mismo estilo manifiesta el retablo mayor del templo, ejecutado entre 1712 y 1716 de acuerdo con el modelo de San Gregorio Ostiense de la parroquia de Los Arcos que Nagusia había realizado algunos años atrás. La policromía la efectuaron en 1728 los maestros José del Rey Gomez, Joaquín Gorria y Francisco Javier de Landa, reconociéndola al año siguiente el pintor Pedro de Ecay.

El retablo alberga la imagen de Nuestra Señora de Mendigaña, talla gótica del siglo XIV con la policromía rehecha. Al círculo de Nagusia pertenecen asimismo los retablos colaterales de estilo barroco dedicados a San Joseé y a San Francisco Javier, cuya mazonería ejecutó el arquitecto estelles Lucas de Mena mientras que de la escultura se hacía cargo Manuel Adán, según se desprende de los pagos efectuados a ambos maestros en el año 1728. Los pintores Javier de Landa y José del Rey cobraban por su policromía, que todavía se conserva, entre 1729 y 1751.

Junto a las casetas de Ciriza se yergue la ermita de Santa Catalina una de las obras más interesantes del románico rural estellés de hacia 1200 con influencias del Císter. Su planta de nave única con tres tramos y cabecera semicircular repite una tipología de amplia difusión por esta zona, sobre todo en pequeñas iglesias como las ermitas de San Bartolomé de Aguilar de Codés, Santa María Magdalena de Mués o las parroquias de Learza, Lorca o Lácar.

Las cubiertas de cañón apuntado, menos las de ábside que forma una bóveda de horno, se articulan por arcos fajones que arrancan de ménsulas a media altura, excepto el total que se recoge en grueso pilar con semicolumna adosada, cuyos capiteles ostentan las escenas relivarias de Cristo entre leones alados y una lucha entre un centauro y un caballero protegiendo a una dama.

La ornamentación de los exteriores se concentra en la sencilla portada de arco apuntado y en las ventanas de ábside cuyos capiteles van provistos de ric ornamentación figurada, uno de ellos narrando un combate entre caballeros que parece inspirado en un hipotético cantar de gesta. Dignos de mencionar son asimismo los canes de la cabecera, también repletos de ornamentación animalística y humana de muy variada índole donde se mezclan los temas religiosos y profanos de manera semejante a la obra del desconocido maestro de los canes de Irache y en relación también, por su técnica, con algunos mar/wp-content/uploads/sites/63 hispanomusulmanes contempóraneos, cuya influencia se deja asimismo en las cercanas portadas de Santiago de Puente la Reina, San Román de Cirauqui o San Pedro de la Rua en Estella.

El autor de la escultura o, incluso, de la propia fábrica bien pudiera identificarse con el personaje barbado de una de las ménsulas que se acompaña de la inscripción SANSO/GARCIA. La imagen titular de Santa Catalina es una talla romanista de fines del siglo XVI que se guarda en una hornacina con la inscripción: Esta se mando hazer siendo abbad desta yglesia andres lopez del valle mayor domo que fue del reverendisimo señor don pedro de la fuente obispo de pamplona en este año de 1588.